SOLILOQUIO ...o como el alma nunca volvió al cuerpo! - 2011

La catástrofe cobra temor cuando se digiere en la experiencia del miedo-aventura-mudez transgresor. Se sitúa imperante entre la grieta que atraviesa la memoria y el más mínimo movimiento reticular. La catástrofe arranca las posibilidades de construir-se, corte repentino de las historias. Paso obligado para mirar-se. La catástrofe cobra fuerza cuando nos detiene, cuando nos quita, cuando triza y reorienta en el desconcierto. La catástrofe se reconfigura cuando destruye, se hace significante cuando el piso de madera ya sólo sirve para el fuego, cuando las paredes permiten que otros adviertan hasta la miseria- materia-moral-insignificantes de la perdida macabra del sustento histórico-seguro-piel. Lo íntimo se ventila a retazos, los secretos se esparcen, lo público observa y se hace parte del juego. Los espacios propios son develados a otros, indiferentes espectadores de la sospecha. Paralelamente a la aniquilación de los signos vitales de la tradición, cuerpo y espacio, Catástrofe e imagen, captadas y comercializadas hacen su juego, modelan los fragmentos reconstituyendo lo corpóreo después de la devastación. La catástrofe se hace imagen. 
(Diseño Mediagua patrimonial: Ramón Toro -  Registro: Pamela Arévalo)













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