SERIE NOMOS II, "CICLO DE ACOES PERFORMATICAS" DE ATAL 609, CAMPINAS, SP - BRASIL. ABRIL 2021





Serie Nomos II GAVILÁN - ANGULO Video perfomance realizado para el Ciclo de Ações Performáticas AT AL 609



La historia es reiteración, persistencia. Pervive e insiste como rito. Infinitos espirales, circularidades, juegos de cuerdas, agujeros de gusano de memorias, de documentos, de boca a bocas y relatos digitales nos conectan con nuestros pasados más remotos y nuestros porvenires más allá o más acá del espacio y el tiempo.

Nunca hemos sido modernos dice Latour. Eso del sujeto y el objeto fue una artimaña para hacernos creer que el humano es algo separado y superior a los otros seres vivos y no vivos del planeta. Lo mismo con la línea de tiempo, esa recta continua que comienza en la barbarie y avanza triunfante hacia el desarrollo que promete un futuro esplendor.
Es cierto que a punta de cruces, espadas y discursos del método casi nos obligan a creerles, pero no. La historia de nuestro sur global la escribiremos holonárquicamente, como en el Popol Vuh, como en los cuentos narrados junto al fuego, en las orillas de lagos y volcanes en los albores de nuestros territorios. Recuperaremos otros tiempos, pondremos cartografías y relatos patas para arriba, miraremos el futuro a nuestra espalda y el pasado hacia adelante, como el pueblo Aymara, como el pueblo Nasa.
El tiempo de la pandemia, la pandemia como tiempo es igualmente reiteración, rito. Esta que nos acompaña desde el 2020 está conectada y permeada por todas las demás. En Latinoamérica, sobrevivientes de la pandemia de poliomielitis de principios de la década del cuarenta del siglo pasado experimentan en sus cuerpos este devenir circular. La voz de Norma relata estos 80 años que ahora comparte con sus hijos e hijas. Su voz es la huella de ese futuro que ha llevado consigo desde aquellos tiempos.
Este ocultamiento del entramado de la historia, esta manera unidireccional de imponerla y la consecuente producción arte política que realizamos para denunciarla y desmontarla genera lo que desde hace más de un lustro venimos nombrando patrimonio mutilado en un doble sentido, primero -desde la práctica del Estado y la industrialización- como mutilador de los cuerpos, conflictos, acciones políticas, sexuales y culturales divergentes, y segundo - desde nuestra práctica- como activador de esos cuerpos, conflictos y acciones de resistencia.
El confinamiento que estamos experimentando debido a la existencia del virus opera desde el quehacer biopolítico de los Estados-nación una amputación del cuerpo social. La historia de las mutilaciones narra en sus primeras páginas antiguos códigos de comportamiento que incluían la amputación como castigo, el código de Hammurabi entre ellos. Los cuerpos de Abya Yala, Tawantinsuyo y Wallmapu conocen bien la herencia de la jurisprudencia imperial al llevar consigo las marcas de esos castigos y mutilaciones que les han inferido durante siglos de brutal colonización, desde Galvarino hasta nuestros días.
Hoy volvemos a encontrarnos con la ejecución de estos códigos cuando vemos las protestas de las mujeres peruanas sometidas al programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar que implicó mutilaciones masivas al efectuar más de doscientas mil esterilizaciones forzadas durante el gobierno de Fujimori. Igualmente aparecen en las mutilaciones de ojos durante la revuelta en Chile y las mutilaciones debidas al tren conocido como “La Bestia” de cientos de hondureños y hondureñas forzadas a la migración.
Este cuerpo social amputado busca la forma de recomponerse y encuentra su prótesis en el devenir cyborg que implica su desplazamiento en el cuerpo digital, híbrido humano máquina que en su simbiosis con las redes cibernéticas logra su rearticulación. Este devenir protésico de su cuerpo permite su despliegue por múltiples rutas y laberintos virtuales que lo mantienen en movimiento y en contacto con el acontecer del aparato social.
En este contexto esta Video performance es prótesis. Cuerpo máquina, cuerpo bit, cuerpo que no es sujeto sino flujo, que en un juego cuántico desafía y desmonta los límites de la presencia, que al igual que un electrón en desplazamiento solo define su posición según la medida del observador. Cuerpo superposición, cuerpo entrelazamiento, cuerpo como función de onda que en sus posiciones y temporalidades indeterminadas se resiste a la fractura impartida por los nuevos verdugos.
Sabemos, sin embargo, que no todos y todas pueden optar de la misma forma a este modo del cuerpo protésico y quedan fuera de este juego de la telerrealidad mediada por el mercado, más expuestos aún a la mecánica necropolítica que opera desde siempre el capital y que se actualiza críticamente en situaciones como esta. Sigue siendo nuestra tarea generar las condiciones sociales para que esta maquinaria de muerte no arrase nuestras comunidades.
Llevamos pegados en nuestra piel y en nuestra memoria los fragmentos que nos salpican como huellas descarnadas de ese castigo.

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